-[...]Señor obispo, yo no soy nadie y el mundo, este mundo, si algo es será el infierno de otro planeta.
-¿El infierno de otro planeta?
-Otra cosa no puede ser. Penamos el pecado de haber nacido en otro astro: culpas que ni siquiera alcanzamos a recordar. Somos espectros de otros muertos y nos imaginamos vivos. Llamamos nuestra a una tierra que ni siquiera existe.
-El señor Presidente se burla o desvaría.
-Otros creerán en Dios, en la justicia, en la patria, en cualquiera de esas palabras por las cuales se matan los hombres como hienas. Personalmente creo en el infierno: no conozco otra realidad.
Y, sin embargo, a veces casi creí en esta vida.
De la biografía Azaña, Carlos Rojas
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